Todo en nuestra cultura nos parece preparar o llamar al contacto sexual. Desde nuestras hormonas (cuando no han sido medicadas) hasta el bombardeo publicitario de imágenes eróticas y el fácil acceso a éstas (el banquete perenne del porno y del deseo). Generalmente las imágenes que vemos del sexo opuesto en los medios, particularmente de las mujeres, nos hacen pensar que están listas para iniciar un raudo contacto sexual, o que deberíamos de hacer todo lo posible para obtenerlo con frecuencia (es la gran promesa de nuestra civilización, una mezcla tecnomágica y abrigarrada entre el placer y el amor). Esto, sin embargo, puede ser un problema porque esperar tener sexo y no obtenerlo puede tener consecuencias desastrosas para la salud, al menos en el caso de las moscas de la fruta.
Los machos de esta especie que perciben feromonas sexuales de sus contrapartes y no logran aparearse experimentan una rápida disminución en su nivel de calorías, resistencia al hambre, a la vez que generan más estrés. Los que están sexualmente frustrados viven menos, según concluye el investigador Scott Pletcher de la Universidad de Michigan, que realizó una investigación con las moscas de la fruta y su fascinante vida sexual.
El estudio, sin embargo, muestra que las moscas de la fruta frustradas podrían tener una redención tan fácil como conseguir aparearse, lo cual puede revertir estos efectos de envejecimiento rápidamente (“el amor las salvará”, es el slogan que aplica en Hollywood y en el laboratorio). Los datos del estudio muestran evidencia directa que liga el envejecimiento y otros cambios fisiológicos con la forma en la que el cerebro procesa expectativas y recompensas.
Es difícil decir hasta qué punto podemos extrapolar la vida sexual de las moscas de la fruta a la del hombre, pero es probable que tenga una amplia correlación. Generalmente estos estudios se hacen en estos animales porque pueden inferir comportamientos y reacciones en el ser humano. Hay cierta lógica en que el esperar algo y excitar químicamente el cerebro para luego no entregar el estímulo esperado (con sus neurotransmisores asociados: dopamina, oxitocina, serotonina, y otros) incrementa el estrés (con sus neurotransmisores y hormonas asociadas), el cual sabemos hoy que es uno de los factores principales en la degeneración de la salud. Hay otra lógica en esto, una profundamente simple a la vez que simbólica: el sexo es vida, eros y tánatos.
Todos somos Medusas
Uno de los temas más candentes que se discuten entre los intelectuales de nuestra época es el transhumanismo y la posibilidad de obtener la inmortalidad a través de la tecnología (posiblemente descargando la conciencia a una máquina). Nuestra civilización apuesta casi siempre por la tecnología, cuando en otras épocas se apostaba por la magia. Esto tal vez sea simplemente una cuestión estilística. El horror al envejecimiento se combate también a través del aislamiento de los genes que producen la degeneración celular y del estudio de estos mecanismos. En un futuro, se cree, será posible simplemente suprimir la expresión de estos genes o, si no, contar con sustancias químicas o microoorgansimos nanotecnológicos que nos mantengan en constante homeostasis.
Pero existen otras opciones. Generalmente el hombre ha logrado “innovar” tecnológicamente imitando a la naturaleza. Hay un antecendente: la medusa Turritopsis Nutricula ha llegado antes y es teóricamente inmortal. Esta medusa originaria del Caribe es capaz de regresar a su estado juvenil al detonar un proceso de transdiferenciación cuando alcanza la madurez sexual y se reproduce. La transdiferenciación hace que los órganos regeneren su tejido después de sufrir un daño. La Turritopsis Nutricula lleva este fenómeno de transdiferenciación hasta el infinito “como una mariposa que pudiera volver a convertirse en oruga”. El sexo en estas medusas opera como un mecanismo de antiestrés perenne.
Curiosamente una nueva teoría sugiere que el primer animal fue una medusa o un primo cercano de estos organismos gelatinosos que invaden los mares como la profusa jalea de Afrodita. Y si bien estas medusas no son inmortales en la praxis (de ellas se encargan todo tipo de depredadores, incluyendo los drones), sumadas a las mosca de la fruta, a todo tipo de estudios científicos (el semen, por ejemplo es un potente antidepresivo) y al sentido común, uno empieza a sospechar que existe una conexión entre la regeneración o el rejuvenecimiento y el sexo. Sentido común o frutos de la experiencia, incluso celebridades, que generalmente viven obsesionadas por su apariencia y necesitan mantener su aspecto juvenil, han descubierto el misterio. Una chica all-american, sonriente y radiante, como Cameron Diaz, por ejemplo, reveló hace unos años para una revista de belleza femenina que su secreto para mantenerse y verse joven era el sexo. “La Fuente de la Juventud es tomar agua, reírse y tener mucho sexo… el sexo es lo que venimos a hacer aquí”, dijo jovialmente Diaz.
Alquimia Sexual
Los alquimistas, esa tradición oculta que recorre tanto Occidente como Oriente, llevaban a cabo una serie de conocimientos prácticos no sólo encaminados a transmutar metales pesados en oro. Su labor en busca de “la piedra filosofal” abarcaba todo tipo de ámbitos, la existencia entera, todos los rayos del crisol. Perseguidos o simplemente conscientes de que el conocimiento es poder y exige gran responsabilidad, los grandes adeptos de esta ciencia oculta, revistieron sus hallazgos de una serie de metáforas y símbolos (también, hay que decirlo, sabían que la verdadera ciencia es un arte), hasta el punto de que hoy llamamos hermético a algo que es impenetrable (siendo que la alquimia nace de la figura de Hermes, el dios y el hombre, microcosmos, espejo esmeralda, ave y serpiente). Así, su milenaria travesía en búsqueda de la transmutación de los metales puede leerse sobre todo como la continuidad de una búsqueda espiritual a través de la materia: los metales pesados simbolizan el cuerpo físico y el oro, la destilación del espíritu.
No sólo Aleister Crowley y otros practicantes de la magia sexual consumían de manera ritual “efluvios sexuales”, los alquimistas hacían preparaciones con ciertos líquidos vitales para acelerar su proceso o justamente para capturar su plenitud y alargarla. Se sabe que los líquidos vaginales producidos por la excitación sexual, o la misma vagina, eran llamados “el Águila Blanca” y el semen y/o el pene, “el León Rojo”. En el texto alquímico, The Sounding of the Trumpet, podemos leer una alusión a esto: “En La Piedra Lunar yace el azufre blanco, en la Piedra Solar yace el azufre rojo, y la Piedra Mercurial los envuelve ambos, lo cual es la fuerza unificadora del Magisterio”.
La alquimia, pese a su complicado andamiaje simbólico y esotérico, es fundamentalmente algo que se obtiene y aprende de los procesos de la naturaleza, los cuales son estudiados detenidamente, debajo del velo epifánico. De igual manera que la Tierra produce oro en la profundidad de su manto (terremotos alquímicos, ¿el orgasmo se siente como un sismo?) o las estrellas generan oro en sus núcleos al colisionar con otras estrellas en una especie de sexo cósmico, el alquimista produce el oro en su atanor. Su obra magna es recrear la creación misma (esto es lo que acerca a la divinidad, imagen y semejanza). “Para los alquimistas, el proceso de individuación representado por el opus era una analogía de la creación del mundo”, escribe Jung. El opus, el secreto de su búsqueda, se puede decir que es la misma creación del mundo. El adagio fundamental de la filosofía hermética es “como arriba, es abajo” y también el hombre es el microcosmos del universo. No existe otro acto que repita y refleje la creación del mundo como la cópula.
La Fuente de la Eterna Juventud
La lluvia no te moja
eres la llama del agua
la gota diáfana de fuego.
-Octavio Paz
Existen numerosos relatos que tratan de situar la Fuente de la Eterna Juventud en países remotos, en jardines secretos, bajo el celo de guardianes, como dragones u otros seres fantásticos y temibles, como un agua luminosa. Igualmente se habla de numerosos elíxires, talismanes u operaciones mágicas que conferirían el ansiado proceso de revertir el envejecimiento, vencer el tiempo, a la vez que entregar una belleza inmarcesible, radiante y límpida. Estas aventuras son sumamente divertidas y están llenas de símbolos, enseñanzas y también de verdaderos misterios. Son un cuerpo de conocimiento secreto que se revela sólo en secreto (los símbolos permiten a la mente ver lo que yace invisible en el mundo material). Aprendiendo de la misma tendencia simbólica de los alquimistas y de la filosofía oriental que llama a dedicarse a lo más íntimo y presente (como aquella historia del hombre que viaja sólo para descubrir que el tesoro estaba enterrado en su casa), ¿por qué no pensar que la fuente de la juventud está en el cuerpo mismo (una perla azul debajo del ombligo) y en su interacción con su espejo, con su otredad llameante?
No son pocas las religiones que tienen como su más sublime misterio iniciático la sexualidad. El taoísmo, a través de técnicas como las que se encuentran en el qi-gong, es sobre todo una cultivación y un refinamiento de la energía sexual (el Tallo de Jade que se introduce en la Gruta de forma de Grano es una operación de alquimia milenaria, similar a la luz del sol que penetra la oscuridad). En la India tenemos el tantra y el yoga, que igualmente buscan la unión. La unión del hombre consigo mismo, con su espíritu, la unión del hombre y su alma con Dios, pero sobre todo a través de la unión de los opuestos, Shiva y Shakti, el lingam y el yoni, la serpiente y el loto (el mismo hatha yoga lo nombra: ha, sol, y tha, luna). El misticismo árabe y mi intuición me dicen que también los misterios del cristianismo, de María Magdalena y Jesús, de la Rosa y la Cruz, contienen una veta erótica secreta. Esta unión de las energías que se oponen pero que en realidad se complementan, se llaman y se abandonan para seducirse de nuevo y recobrar intensidad en su abrazo, no tiene para el ser humano un arena superior al sexo o al intercambio erótico (no necesariamente sexual) entre la energía masculina y la energía femenina. Podemos decir que el mundo entero no es más que la preproducción y el teatro mismo para la realización de este encuentro. El impulso biológico nos llama a reproducirnos, pero existe otro impulso, más sutil, en esta urgencia de la evolución, que nos llama a sublimar nuestra existencia y encender el fuego en el agua. Y he ahí la fuente de la eterna juventud.
http://pijamasurf.com/2013/12/es-el-sexo-la-verdadera-fuente-de-la-juventud/
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