responsable de numerosos problemas de salud, incluidos los cálculos biliares.
La única sal que el cuerpo puede digerir, asimilar y utilizar de manera
adecuada es la sal marina sin procesar o refinar o la sal de roca. Para que la
sal resulte de utilidad para el cuerpo, necesita penetrar en los alimentos, es
decir, que la humedad de las frutas, verduras, granos y legumbres la haya disuelto
previamente. Cuando se utiliza la sal en seco, penetra en el organismo sin
ionizarse y produce sed (señal de intoxicación), y, al no asimilarla adecuadamente,
provoca daños mayores.
Agregar una pizca de sal en una pequeña cantidad de agua y agregarla a fruta u otros
alimentos crudos, ayudará a digerir esos alimentos, además de contribuir a
reducir la acidez del cuerpo. Añadir una pizca de sal al agua para beber aporta
propiedades alcalinas e importantes minerales y oligoelementos.
Principales funciones de la sal sin refinar
Regula el ritmo cardíaco y la presión arterial, juntamente con el agua.
Elimina el exceso de acidez de las células corporales, especialmente las del cerebro.
Regula los niveles de azúcar en sangre, algo especialmente importante en los diabéticos.
Es esencial para generar energía hidroeléctrica en las células del cuerpo.
Es vital para la absorción de nutrientes a través del tracto intestinal.
Es necesaria para limpiar los pulmones de mucosidad y flemas, especialmente en los casos de asma y fibrosis
quística.
Limpia el catarro y la congestión de los senos paranasales.
Es un potente antihistamínico natural.
Evita los calambres musculares.
Contribuye a prevenir una excesiva producción de saliva. La saliva que fluye de la boca mientras se
duerme puede indicar una deficiencia de sal.
Aporta firmeza a los huesos. El 27% de la sal del cuerpo se encuentra en los huesos. La deficiencia de sal o
bien tomar sal refinada en vez de sal sin refinar son causas importantes de la osteoporosis.
Regula el sueño, al actuar como un hipnótico natural.
Evita la gota y la artritis gotosa.
Es vital para mantener la libido y la sexualidad.
Puede evitar las varices y las venas capilares de piernas y muslos.
Aporta al organismo más de 80 minerales esenciales. A la sal refinada, la sal de mesa común, se la despoja de
todos estos elementos, salvo de dos, y, por otro lado, contiene aditivos perjudiciales, entre otros el silicato de aluminio, uno de los principales causantes de la enfermedad de Alzheimer.
Efectos de la sal refinada vs los efectos de la sal pura
La sal marina natural, es decir sin refinar, contiene 92 minerales esenciales, mientras que la sal adulterada tan solo
contiene dos elementos: sodio (Na) y cloro (Cl). Cuando las células sufren unadieta escasa en oligoelementos, pierden la capacidad de controlar sus iones. Esto tiene graves consecuencias para el cuerpo humano, pudiendo desencadenar
enfermedades nerviosas, trastornos cerebrales o espasmos musculares, así como un colapso en el proceso regenerador celular.
Una vez ingerida, la sal marina natural, permite que los líquidos atraviesen totalmente las membranas corporales, las
paredes de los vasos capilares y los glomérulos (unidades de filtración) de los riñones. Ello, a su vez, permite que las células proporcionen una mayor nutrición a través del fluido intracelular enriquecido. De esta manera, los
riñones, pueden eliminar esos flujos salinos naturales sin ningún tipo de problema, algo esencial para mantener la concentración de los fluidos corporales en buen equilibrio. En cambio la sal refinada puede representar un
gran riesgo para el cuerpo, ya que impide la libre circulación de líquidos y minerales, y provoca que los líquidos se acumulen y estanquen en las articulaciones, en los conductos y nódulos linfáticos y en los riñones. Este
efecto deshidratante que produce la sal refinada puede derivar en la formación de cálculos biliares, así como en otros muchos problemas de salud.
El cuerpo necesita sal para digerir adecuadamente los hidratos de carbono. Cuando la sal es natural, la saliva y
las secreciones gástricas pueden asimilar con facilidad las fibras de los hidratos de carbono. Disuelta e ionizada, la sal facilita el proceso digestivo, limpia el tracto gastrointestinal.
La sal de mesa procesada ejerce, en cambio, el efecto contrario. La industria, a fin de que la sal no absorba humedad y el consumidor no la vea apelmazada, añade desecantes químicos, así como diferentes blanqueadores. Tras todos estos procesos, la sal ya no puede mezclarse o combinarse con fluidos del organismo, lo cual, invariblemente, socava los procesos metabólicos y químicos del cuerpo.
Las consecuencias más obvias del consumo de sal son retención de líquidos, presión alta y problemas renales.
La sal refinada se añade a miles de alimentos preparados. Hoy en dia, la sal ha adquirido tan “mala
reputación” que la gente le teme, del mismo modo que le teme al sol y al colesterol. Muchos médicos recomiendan a sus pacientes que no tomen sodio ni alimentos ricos en sodio. Pero seguir una dieta sin sal también significa
correr el riesgo de sufrir una pérdida de minerales y oligoelementos, así como otras numerosas complicaciones. Si incluimos en nuestra dieta una cantidad adecuada de potasio en su forma natural, no tendremos que preocuparnos de la relativamente escasa cantidad de sodio que contiene la sal natural. Entre los alimentos especialmente ricos en potasio se encuentran los plátanos, los albaricoques, los aguacates, las semillas de calabaza, las calabazas y muchas
otras verduras. Sin embargo, si los niveles de potasio en el organismo descienden por debajo de lo normal, el sodio (incluso el de la sal natural) puede llegar a ser un problema.
La sal céltica (sal gris) es particularmente buena para su consumo, pues se extrae de manera natural y se seca al sol. Si se toma disuelta en agua o se añade al agua de las comidas, tiene efectos muy positivos a nivel celular. Contribuye también a limpiar el tracto gastrointestinal y mantiene a raya a los gérmenes.
La sal de roca del Himalaya se considera la mejor y más nutritiva de ella.
Extracto del libro “Limpieza Hepática y de la vesícula” (Andreas Moritz)
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