Que afluya Luz a las mentes de los hombres; Que la Luz descienda a la Tierra. Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios, Que afluya amor a los corazones de los hombres; Que Cristo retorne a la Tierra. Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida, Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres, El propósito que los Maestros conocen y sirven. Desde el centro que llamamos la raza de los hombres, Que se realice el Plan de Amor y de Luz Y selle la puerta donde se halla el mal. Que la Luz, el Amor y el Poder Restablezcan el Plan en la Tierra. |
Esta Invocación no pertenece a una persona o grupo alguno, pertenece a toda la Humanidad. La belleza y la fuerza de esta Invocación reside en su sencillez y en que expresa ciertas verdades esenciales que todos los hombres aceptan innata y normalmente: la verdad de la existencia de una inteligencia básica a la que vagamente damos el nombre de Dios; la verdad de que vino a la Tierra una gran individualidad, llamada el Cristo por los Cristianos, que encarnó el Amor para que pudiéramos comprenderlo; la verdad de que el amor y la inteligencia son ambos, efectos de la voluntad de Dios; la verdad evidente de que el Plan divino sólo puede desarrollarse a través de la Humanidad misma.
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